Especialistas en restauración del afamado Museo del Prado se encuentran inmersos en el arduo trabajo de restaurar las emblemáticas piezas Adán y Eva, realizadas hace más de 300 años por el artista más famoso del Renacimiento alemán, Alberto Durero (Núremberg; 21 de mayo de 1471 – Núremberg; 6 de abril de 1528).
Los restauradores llevan alrededor de dos años empeñados en devolver el encanto original de estas pinturas, evidentemente dañadas por errores cometidos por quienes acometieron labores similares durante tres siglos, algunos de los cuales provocaron daños muy importantes, como los agujeros que afectaron a la superficie pictórica al colocar varios travesaños atornillados al dorso de la tabla.
Alberto Durero (en alemán Albrecht Dürer), es conocido en todo el mundo por sus pinturas, dibujos, grabados y escritos teóricos sobre arte, que ejercieron una profunda influencia en los artistas del siglo XVI de su propio país y de los Países Bajos.
Durero nació en Núremberg, ciudad en la que estuvo íntimamente unido. Su padre, Alberto Durero el Viejo, era un orfebre húngaro que emigró a tierras germanas y posteriormente fue el primer maestro de su hijo. De su primera formación, el joven Durero heredó el legado del arte alemán del siglo XV, en el que estaba muy presente la pintura flamenca del gótico tardío. Los artistas alemanes no tenían dificultad en adaptar su propia tradición gótica a la de artistas flamencos como Robert Campin, Jan van Eyck y, sobre todo, Rogier van der Weyden.
En 1507 Durero comenzó en Núremberg un segundo periodo de una ingente producción artística con obras como el retablo para la iglesia de los Dominicos de Fráncfort del Meno (1508-1509, destruido en un incendio en 1729), la tabla de la Adoración de la Trinidad (1508-1511, Museo de Historia del Arte, Viena).
A esa misma etapa corresponden las tablas de Adán y Eva (1507, Museo del Prado), ahora en proceso de restauración.
La calidad de la obra de Durero, la cantidad prodigiosa de su producción artística y la influencia que ejerció sobre sus contemporáneos fueron de una importancia enorme para la historia del arte. En un contexto más amplio, su interés por la geometría y las proporciones matemáticas, su profundo sentido de la historia, sus observaciones de la naturaleza y la conciencia que tenía de su propio potencial creativo son una demostración del espíritu de constante curiosidad intelectual del Renacimiento.
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