Por Redacción de ArtCuba.com
El reconocido artista español Joaquín Sorolla (1863-1923) fue la figura más aclamada durante la última subasta de la casa Sotheby’s en Londres, al venderse dos óleos pertenecientes a su autoría en cerca de 6 millones de euros, cifra que sobrepasó el precio estimado para cada uno de esos cuadros que recrean paisajes marinos.

'Niños en la playa’, una de las dos escenas de playa, subastadas en Londres, de Joaquín Sorolla (1863- 1923).
El pescador, vendido en más de 3 millones de libras (unos 3,6 millones de euros), y Niños en la playa, rematado en 1,9 millones de libras (2,2 millones de euros), fueron las joyas de esta subasta dedicada a la pintura europea del siglo XIX, las cuales forman parte del conjunto de obras realizadas por el maestro a principios del pasado siglo, cuyas temáticas giraban en torno al disfrute de los chicos durante el verano en la playa del Cabañal en su natal Valencia.
Andrew Montgomery, vocero de Sotheby’s, asegura que el año en que fueron pintados ambos cuadros (1904) fue un año trascendental en la producción del artista. En tal sentido recordó que en el 2003, también de ese período creativo del artista, se vendió, por esta misma casa de subastas, la pieza titulada La hora del baño, cuyo valor, ascendente a 3,7 millones de libras, no ha sido superado aún por otra iconografía del pintor.
Niños en la playa y El pescador integraron la primera exposición internacional de Sorolla en la Galería Georges Petit de París, en 1906, y desde entonces habían permanecido en colecciones privadas.
Sotheby’s también subastó en Londres, esta semana, otras obras de Sorolla, hasta un total de once piezas rematadas en precios inferiores aunque casi todas por encima del estimado de salida a la venta, entre las que se encuentran Algarrobo, cuya puja final fue de 668 mil 450 libras (781 mil 886 euros).
Hace pocos meses, la Casa de subastas Christie’s subastó otro lienzo perteneciente a esta serie del pintor y artista gráfico español impresionista, titulado Niña en la playa (1910), el cual también fue vendido en Londres en un millón 736 mil 706 Euros, superando así su estimado de venta que oscilaba entre los 915 mil y un millón 370 mil Euros, eventualidad que fue ampliamente reflejada en esta misma página web.
Sorolla, quien realizó más de 2 mil 200 pictografías, pintó Niña en la playa durante otro año de constante actividad, fundamentalmente caracterizada por sus recurrentes viajes entre Andalucía, San Sebastián y Madrid, periplo que concluyo en el mes de septiembre, acompañado de sus discípulos Teodoro Andreu y Tomás Murillo, muy cercas de las playas valencianas, donde se trasladó a vivir en un hotel ubicado frente a la dársena.
En 1874 Sorolla empezó a estudiar en la Escuela Normal Superior donde le aconsejaron que también se matricularse en las clases nocturnas de dibujo en las Escuelas de Artesanos, en Valencia. En ésta última recibió, en 1879, una caja de pinturas y un diploma como premio “por su constante aplicación en el dibujo de figura”. Ese mismo año, a la par que trabajaba en el taller de su tío, ingresó en la Escuela Superior de Bellas Artes de San Carlos, en la que estudió junto a pintores como Manuel Matoses, Benlliure o Guadalajara.
Fue en la Academia de San Carlos donde conoció a otro alumno, Juan Antonio García, hermano de la que más tarde acabaría siendo su esposa, Clotilde García. En 1880 consiguió una Medalla de Plata por su obra Moro acechando la ocasión de su venganza en la exposición de la sociedad El Iris.
Al acabar su formación, comenzó a enviar sus obras a concursos provinciales y exposiciones nacionales de bellas artes, como la de Madrid en mayo de 1881, donde presentó tres marinas valencianas que pasaron sin pena ni gloria pues no encajaban con la pintura oficial, de temática histórica y dramática. Al año siguiente, estudió la obra de Velázquez y otros autores en el Museo del Prado, etapa Realista, de la que era su profesor Gonzalo Salva. Por fin, en 1883, consiguió una medalla en la Exposición Regional de Valencia y, en 1884, alcanzó la gloria al conseguir la Medalla de Segunda Clase en la Exposición Nacional gracias a su obra Defensa del Parque de Artillería de Monteleón, obra melodramática y oscura hecha expresamente para la exposición; tal y como le dijo a un colega suyo: “Aquí, para darse a conocer y ganar medallas, hay que hacer muertos.”
Cosechó otro gran éxito en Valencia con su obra El crit del palleter sobre la Guerra de la Independencia. De esta manera, fue pensionado por la Diputación Provincial de Valencia para viajar a Roma donde, a la vez que trabajaba, conoció el arte clásico y renacentista, así como los grandes museos, contactando, además, con otros artistas.
Con su amigo el pintor Pedro Gil se desplazó a París durante el primer semestre de 1885, viviendo de cerca la pintura impresionista que produjo en él, ya de regreso en Roma, variaciones en su temática y estilo, llegando a pintar el cuadro religioso El entierro de Cristo, con el que no tuvo el éxito esperado, donde se introduce en el Naturalismo y toma contacto con las vanguardias europeas, destacando las obras de los pintores John Singer Sargent, Giovanni Boldini y Anders Leonard Zorn.
Trata de blancas (1894). El autor ha de adaptarse al realismo social, dominante en los certámenes de la época. Para ello, mantiene su temática costumbrista, siendo los títulos los que aportarán la denuncia social.
En 1889 se instaló en Madrid con su esposa Clotilde y, en apenas cinco años, Sorolla alcanzó cierta fama y prestigio como pintor. En 1894 viajó de nuevo a París, donde desarrolló el luminismo, que sería característico de su obra a partir de ahora. Comenzó a pintar al aire libre, dominando con maestría la luz y combinándola con escenas cotidianas y paisajísticas de la vida mediterránea. En obras como La vuelta de la pesca, La playa de Valencia o Triste herencia, describió el sentimiento que producía la visión del mar Mediterráneo, comunicando el esplendor de una mañana de playa con un colorido vibrante y un estilo suelto y vigoroso. Con Triste herencia recibió, en 1900, el Grand Prix en el certamen internacional de París. Además siguió con su pintura de denuncia social que tantos éxitos le había reportado en los últimos años con obras como Y aún dicen que el pescado es caro (1895).
Por aquel entonces, Valencia le nombró hijo predilecto y meritorio, y le fue dado su nombre a una calle. Tras muchos viajes por Europa, principalmente Inglaterra y Francia, celebró una exposición en París con más de medio millar de obras, que le dio un reconocimiento internacional inusitado, conociéndose su obra pictórica por toda Europa y América. Expuso su obra en Nueva York en 1909 y cosechó un éxito sin precedente alguno, con obras como Sol de tarde o Nadadores, entre muchas otras. También lo hizo, en 1911, en el Museo de Arte de San Luis y en el Art Institute de Chicago.
Chicos en la playa, 1910. Museo del Prado. Las escenas de playas levantinas y los efectos impresionistas de luz reverberante, son características del arte de Sorolla.
En noviembre de ese mismo año, firmó un encargo para la Hispanic Society of America por el que realizaría catorce murales que decorarían las salas de la institución: se conocen como Visión de España. Con esta obra realizada entre 1913 y 1919, de tres metros y medio de alto por setenta metros de largo, alzó un imborrable monumento a España, pues en ella se representaban escenas características de diversas provincias tanto españolas como portuguesas. Necesitó de casi todo 1912 para viajar por todo el territorio, realizando bocetos y trabajos de costumbres y paisajes. De esta tarea destacan los óleos pintados en 1916 dedicados a niños y mujeres en las playas de Valencia, donde predomina la libertad de pincelada y la luz de su tierra. Algunos ejemplos son Madre e hija o Pescadora valenciana.
Otra importante faceta suya fue la de retratista, de figuras importantes como fueron Juan Ramón Jiménez, el rey Alfonso XIII, Vicente Blasco Ibáñez, Ortega y Gasset, etc.
También, en 1914, había sido nombrado académico y, cuando terminó los trabajos para la Hispanic Society, trabajó como profesor de composición y color en la Escuela de Bellas Artes de Madrid. Su pintura representó la aplicación directa del luminismo al paisaje y la figura, acercando por tanto esta tendencia a la sociedad de la época. Su principal discípulo, seguidor del luminismo, fue Teodoro Andreu.
En 1920, mientras pintaba el retrato de la señora Pérez de Ayala en el jardín de su casa en Madrid, padeció un ataque de hemiplejía que mermó drásticamente sus facultades físicas y mentales. Murió en su casa de Cercedilla el 10 de agosto de 1923.
Nota: esta información fue enriquecida con datos tomados de la Wikipedia.
Deja una respuesta