Este viernes fue inaugurada, en la galería FORDES de la capital de la Isla, la exposición titulada Con Todos los Hierros, del joven creador Denys San Jorge Rodríguez. ArtCuba.com reproduce a continuación las palabras de apertura de esta muestra, realizadas por el crítico y periodista Jorge Rivas Rodríguez.
Intentaré, en breves palabras, satisfacer la apresurada solicitud de Denys San Jorge, quien hace apenas unas horas me pidió inaugurar su exposición en la galería Fordes del Ministerio de la Informática y las Comunicaciones, institución que desde los comienzos de su carrera artística apostó por la obra plástica de este artífice que cada vez gana mayor espacio dentro del variopinto panorama del arte cubano contemporáneo.
Vale reconocer, ante todo, que pocos creadores han proyectado su arte sobre los cimientos de una concepción tan noble y humanística como lo ha hecho este joven profesor de la Academia de Artes de San Alejandro, cuyo quehacer todo constituye perenne homenaje a su padre, el cual partió de súbito cuando este muchacho aún no había concientizado su profunda vocación por la plástica.
Entre llaves, barrenos, taladros, tuercas, pinzas y láminas de metal utilizados por su progenitor en fatigosas jornadas como chapista y soldador creció Denys San Jorge, al lado de un hombre que lo amó y al que amó, en una idílica comunión de sueños y proyectos. El padre, por alcanzar a disfrutar, en un futuro casi mediato, del fruto de su desmedida entrega en beneficio de la formación integral de aquel niño que lo alentaba, entre guiños y sonrisas, a enfrentar los grandes retos que impone la vida. El muchacho, en agradecida retribución, por devolver a aquel, en el ocaso de su vida, la misma felicidad que le fue prodigada en los años de la infancia.
La muerte, cruel y sorpresiva destruyó ese sueño. Pero los nexos espirituales entre el padre y el hijo, la fuerza del amor filial, se hacen perdurables en cada nueva serie de iconografías en las que Denys San Jorge recurre a aquellas herramientas que fueron asidas por su papá durante muchos años y que de pronto parecían haber quedado obsoletas en el taller que apagó intempestivamente el ruido de las sierras, los taladros y las pulidoras.
“Con los yerros de papá”, como suele decir el emprendedor artista, surgen, resurgen, se mutan y transfiguran disímiles y polémicos universos inventados por él en torno al tema bélico. De la conjunción, a veces inconcebible, de herramientas, tuercas y tornillos surgen diabólicos armamentos, unas veces pasibles como esperando la orden de batalla y otras como endemoniados artefactos que trascienden como protagonistas en cruentos escenarios de guerra.
Tanto en sus fotos, logradas mediante el profuso y armónico entretejido de estos herrajes, como en sus instalaciones concebidas mediante similar técnica, Denys San Jorge no disfruta el ejercicio bélico; todo lo contrario, su obra se erige como alerta en tiempos en que el hombre, cual retorno a sus tiempos cavernícolas, juega a la guerra, la incita y enaltece en detrimento de la perdurabilidad de su especie.
Por ello, estamos en presencia de un arte eminentemente conceptual, crítico y absolutamente comprometido con las más nobles esperanzas y anhelos humanos. Sus armas y sus campos de batallas poco tienen que ver con frías y caprichosas remembranzas de la infancia, aunque quizás aquellos juguetes alusivos a aviones de guerra, pistolas, ametralladoras, tanques y soldaditos de plomo hayan incentivado, en la adultez, la reflexión sobre las nefastas consecuencias de cualquier contingencia bélica.
San Jorge no especula de protagonismos ni de hazañas heroicas para destruir al dragón, sino que trata de persuadir a los monstruos que proclaman el odio y la destrucción. Definitivamente, su arte es por la paz. Sus trabajos no evocan la guerra; sino revelan el lado más oscuro del hombre desde que aprendió a pensar y desde que surgieron en él los sentimientos y emociones que más lo denigran. Por eso, esta serie, como las anteriores con similar discurso, también aluden a la ambición, a las ansias de poder y al uso de la tecnología con maléficos fines.
Sin embargo, la diversidad de lecturas que propician estas piezas, su fértil polisemia, también pueden remitir a algunos observadores a otras guerras y batallas de la existencia humana, las cuales van desde profundas adversidades y hostilidades de la personalidad individual, hasta los más absurdos o insólitos desentendimientos domésticos, muchos de los cuales no sabemos enfrentar con cordura y raciocinio y devienen tormentosas batallas que debilitan a la familia y a cada uno de sus miembros. Tal lectura implicaría un giro totalmente diferente en la simbología o en la simbiosis de cada una de las herramientas utilizadas por el artista en sus narraciones iconográficas sin precedentes.
De cualquier modo, con uno u otro criterio conceptualista, este quehacer plástico de Denys San Jorge, trasciende ya las fronteras de la Isla, en las que también resuenan, como alabanzas al amor y la esperanza en un futuro mejor, las nobles enseñanzas del padre, su recuerdo y a la añoranza del hijo que prolonga la utilidad de sus herramientas al servicio de su ideario artístico, el cual les invito a disfrutar en la tarde de hoy.
Muchas Gracias
Jorge Rivas Rodríguez
El Cerro, La Habana, 2 de diciembre de 2010.
mui lindo trabajo mi hijo bello estoi muihorgullosa de ti