Recientemente se produjo un hecho, convocado por la alegórica Casa Humbolt y la Asociación de Artistas Escénicos de la Unión de Escritores y Artistas de Cuba, UNEAC, y la compañía de Teatro en el bolsillo del chaleco, de Alemania, que devino memorable momento en las respectivas historias del teatro en ambos países, y también, en el fortalecimiento de sus relaciones de amistad y colaboración cultural.
Me refiero a la representación escénica de La Gran Tirana, unipersonal en el que se entreteje la labor creativa de dos grandes figuras de las artes escénicas en ambas naciones: el dramaturgo y actor de cine, televisión y teatro, Carlos Padrón Montoya, autor del texto original, y uno de los teatristas más prestigiosos en la contemporaneidad insular, mérito artístico que le hizo acreedor, además, de la selección, por sus colegas, de la presidencia de la Asociación de Artistas Escénicos de la Unión de Escritores y Artistas de Cuba, UNEAC.
Y Padrón accedió a que otro gran hombre de las tablas en Alemania, Thomas Dentler, trabajara su guión en una versión libérrrima de esta historia recreada en La Lupe (Guadalupe Victoria Yolí Raymond), mitológica y paradigmática estrella de la música cubana e iberoamericana en la segunda mitad de los años 50 y principios de los 60, del pasado siglo, también conocida como La Yiyiyi, nacida en 1939 en Santiago de Cuba y fallecida en 1992 en Nueva York, sumida en la más cruel pobreza.
Thomas Dentler, uno de los seres más extraordinarios que he conocido en cuanto a sensibilidad artística, humana y solidaria, acaba de recibir, de manos del presidente de la UNEAC, el título de Miembro de Honor de esa institución, no solo por su amigable colaboración durante cerca de 25 años —de los cuales 15 han sido de forma ininterrumpida— con el movimiento artístico y teatral cubano, sino además por su solidaria expresión de respeto y cariño hacia el pueblo de Cuba desde que en 1984, en Leipzig, inició sus contactos con la isla.
Y precisamente esa pasión de Thomas por defender las causas más nobles de la humanidad toda, por estar de parte de la justicia en cualesquiera de las deformaciones o desvaríos humanos, por enaltecer el arte, en su expresión más sublime, más allá de las fronteras, ideologías o credos y por hacerlo universal a partir de las esencias individuales o regionales; lo instó a trabajar el texto de Padrón con total desenfado y libertad creadora, apoyado en su hiper- quinésica y amigable esposa, Nancy Calero, actriz peruana radicada en Alemania, binomio del que ha surgido esta versión, en idioma alemán, de La Gran Tirana.
Por ello, pienso que son necesarias estas líneas, ante todo porque aquí, ni tampoco después en Europa, el público asistirá a una puesta en escena totalmente fiel a los preceptos dramatúrgicos y escénicos de Carlos Padrón, quien conduce al espectador por la convulsionada existencia de la cantante, pero haciendo énfasis en el ser sufrido, desordenado e impredecible que fue esta mujer, y en los motivos que la condujeron al desgarramiento y la soledad.
El dramaturgo cubano indagó y fue muy hondo, en busca de sentimientos y pasiones que latían debajo de la piel de aquella fiera grosera y tirana como ninguna otra fémina, y arrojó nuevas luces sobre la incomprendida y caótica vida de este mito de la música latina que sobre el escenario desafiaba la decencia del mundo con frases tales como: «Le gusto a la gente porque hago lo que ellos quisieran hacer, pero no se atreven».
La Lupe que disfrutamos en la Casa Humboldt —o posteriormente en diferentes escenarios de Europa— es, en última instancia, un atrevido y audaz pretexto de Thomas Dentler para llevar a su país, con el sexagenario grupo fundado por su padre, Theodor Dentler (1930-1994) bajo el singular nombre de Teatro en el bolsillo del chaleco, una puesta en escena cuya dramaturgia se nutre de las esencias del texto original, y sin renunciar totalmente a él, anclarse más en otros valores universales del hombre, tales como el amor filial entre madre e hijo, y viceversa, la emancipación de la mujer, la muerte, el miedo, la injusticia, la soledad…
La Lupe, o mejor dicho, La Gran Tirana, de Padrón, adquiere, en la agudeza artística de Thomas Dentler, otros matices de relevancia social, humana y sentimental, ardid que igualmente constituye una inteligente “trampa” del director y dramaturgo alemán para introducir a Cuba y su idiosincrasia, a su pueblo y a su música, a través de esta emblemática estrella nacida en el oriente de la Isla —casi cual coloraciones míticas de Marlen Dietrich— en los principales escenarios y festivales de Alemania y Europa, en los que será presentado este espectáculo unipersonal durante los próximos meses.
En su adaptación igualmente es ineludible la pasión de Thomas por sus padres, particularmente por su madre, también integrante, hasta su muerte hace menos de dos años, de esta pequeña compañía Teatro del Bolsillo del chaleco, sentimiento que le indujo a dedicar esta nueva representación escénica a todas las madres del mundo.
Profundamente creativos ante las adversidades propias de toda producción escénica, y también ante alguna que otra atrevida e infundada intromisión en su proyección teatral, Thomas y Nancy, luego del pre-estreno mundial de su versión “alemana” de La Gran Tirana, proseguirán, en los siguientes días, perfeccionando su puesta en escena, y luego del imprescindible “perdón” concedido por el maestro Carlos Padrón ante la intervención de su guión original, sostienen la fe en su estilo de hacer teatro, en la confianza depositada en ellos por el gobierno y el pueblo de la ciudad de Ulm —donde viven y crean— , en su prioritario interés por preservar tradiciones y cánones impuestos por los fundadores de su grupo, y de convertir a esta obra en otro sólido puente de amistad entre Cuba y Alemania.
De Nancy Calero, la actriz que asumirá este difícil rol, quisiera que los espectadores repararan en su particular ejercicio actoral, en su total entrega, y en su cuidadoso estudio del personaje, sobre todo en el tratamiento de los vínculos de La Lupe con la cultura yoruba, aspecto que se dimensiona en esta puesta a pesar de que la cantante, decepcionada por los “padrinos” de esta religión, rompe con ella y al final de su vida, postrada en una silla de ruedas, solitaria y pobre, abraza la fe cristiana. En buena lid, la peruana gana palmas por su histrionismo, por la valentía de asumir un desempeño que le obliga a profundas y convincentes transiciones espirituales y por seguir el ideario estético de su director y esposo en la sabia manipulación de un buen texto original, para finalmente ofrecernos un original y atractivo producto artístico que se agradece.
Igualmente loable es la inclusión en esta puesta de Thomas Dentler de una especie de performance realizado por el joven pintor Arián Irsula, graduado de la Escuela San Alejandro y del Instituto Superior de Arte, quien interactúa con la pieza a través de una intervención plástica en la que va representando los sentimientos trasmitidos mediante la actuación de Nancy, en la que no debe sorprendernos alguna que otra magistral improvisación, producto de una mística y extraña comunicación que ella establece con La Lupe.
La Gran Tirana de Teatro del Bolsillo del Chaleco —puntualmente bilingüe—, fue llevado a la Casa Humboldt como amoroso regalo de esta pequeña pero internacionalmente prestigiosa compañía que dirige este gran amigo de Cuba, el maestro Thomas Dentler secundado por su compañera, la sin igual Nancy Calero.
Herrvorragenden Presse Artikel! Vielen Dank Herr Rivas.
(Excelente artículo de prensa ! Muchisimas gracias Señor Rivas)