DE LUTO EL ARTE CUBANO E HISPOANOAMEICANO: FALLECIÓ ESTE DOMINGO, EN MIAMI, TONY LÓPEZ

29 08 2011

Por Jorge Rivas Rodríguez

Este domingo falleció en Miami, Estados Unidos, a los 92 años de edad,  el famoso escultor Tony López (La Coruña, España, 1918), creador de emblemáticas piezas en Cuba y en el exilio.

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Al maravilloso intelecto creativo —caricaturas tridimensionales— de Tony durante los años 40 y 50 del siglo XX se encuentran sus prácticamente desconocías piezas inspiradas en figuras de la cultura y la política cubanas como Víctor Manuel, Conrado W. Massaguer, Juan David, Benny Moré, Germán Pinelli, Luis Carbonell, el Caballero de París, Jorge Mañach —la única que se conserva en una de las bóvedas del Museo Nacional de Bellas Artes de La Habana—, Eduardo R. Chibás, Ramón Grau San Martín, entre otros muchos.

Según afirma el crítico Axel Li, en un interesante artículo publicado en abril de 2008 en la edición digital de La Jiribilla, el hecho de que no existan evidencias de la prolífica producción escultórica de Tony en sus años cubanos probablemente se deba a dos acontecimientos narrados por “Melly, la hermana del escultor, en una de esas jornadas de diálogo del 2004 para reunir datos sobre él. (…) Corrían los años 50 y la policía hizo estragos en el taller de la calle Galiano, en La Habana. Mucho tiempo después, en el inmueble de trabajo de Melly López, de la calle Paseo, un miembro de la familia destruyó también originales de todo tipo del escultor y caricaturista Tony. ¿Acaso en ambas oportunidades no desaparecían algunas de las caricaturas exhibidas en 1955 o aquellas correspondientes a otro período? Solo Tony López podría responder”.

Reconocido como uno de los más notables caricaturistas de todos los tiempos en Cuba y en la diáspora, Tony López hizo trascender su obra, pero no mediante la tinta y el creyón, sino a través del difícil arte escultórico, ejercicio que hacia finales de 1957 tuvo que abandonar en la Isla tras las recurrentes represalias del gobierno de Fulgencio Batista, año en que se trasladó a vivir y crear su obra en Miami, Estados Unidos.

Según el artífice, antes de salir de Cuba, y también ya llegado a Miami,  muchas personas le advertían que esa no era una ciudad que sirviera a un escultor, que tenía que pensar en Nueva York u otra urbe más al norte. Ante tales consejos, y ya radicado en el sur de la Florida dijo: “Si aquí no puede vivir un escultor, el primero que va a vivir soy yo, porque este cielo y esta playa se parecen mucho a los de Cuba’ ».

El crítico de La Jiribilla enfatiza que la producción plástica de este artífice “es un arte humorístico distante del papel como soporte, aunque en un momento determinado pudiese ir a éste para bien de todos. Así, al menos, lo valoro con las piezas caricaturescas del escultor Tony López (La Coruña, España, 1918) que fueron inspiradas en individuos de la Cuba de décadas pasadas. Un total que superó las 30 piezas fueron expuestas en mayo de 1955 en un local distinto al habitual de trabajo de este creador, donde era normal encontrarlas entre otros encargos o soluciones para cierto fin estético-funcional. Sé que aún quedan entre nosotros conocidos de Tony López, algunos de los cuales me han ofrecido reminiscencias de aquellas caricaturas, imposibles de ver en la actualidad si no es por medio de una copia fotográfica”.

Admirador de grandes maestros del arte universal, como Rafael, Miguel Ángel, Henry Moore o Rodin, Tony recurrentemente expresaba su deseo de seguir trabajando hasta que la muerte se lo impidiera. Prácticamente así fue, el genial escultor, a la altura de los 92 años, nunca dejó de trabajar en su estudio ubicado en la calle 36 del noroeste de Miami.

Hace dos años el emblemático maestro expresó a El Nuevo Herald, con motivo de su 90 aniversario —celebrado con una muestra-homenaje en el recinto oeste del Miami Dade College, en el Doral— que no creía en la suerte.  «Todo el mundo nace con talento para algo, pero después que tienes el talento, sólo creo en estudiar, en superarte, en nunca dejar de aprender, porque la última lección la recibes cuando mueres».

Admirador de Cuba, de sus gentes y de su idiosincrasia, Tony casi siempre vestía una guayabera, sobre todo en los momentos de encuentros sociales, homenajes y de inauguración de exposiciones.

Entre las creaciones suyas en Estados Unidos se encuentran el busto de uno de sus mejores amigos, el pintor José María Mijares; una imagen del Caballero de París, famoso personaje habanero; y una maqueta de una escultura en memoria de los balseros desaparecidos en el mar; así como el busto de su primera esposa, Magda López, actualmente en la colección del Museo de Bellas Artes de La Habana; y otros del patriota independentista Francisco Vicente Aguilera, del líder revolucionario Julio Antonio Mella —situado frente a las escalinatas de la Universidad de La Habana—, de Antonio Maceo —en la Pequeña Habana, en Miami— y una imagen de la Sirena que da la bienvenida a Marco Island, en la Florida.

«Yo creo que nací con una pelota de barro en la mano», recordó López durante la entrevista realizada hace dos años por el colega Pedro Portal (El Nuevo Herald), ocasión en que rememoró sus comienzos en el taller de su padre, escultor y profesor de la Escuela Técnica de Rancho Boyeros, en la periferia habanera.

Huérfano desde los 18 años, el joven escultor vivió tiempos difíciles en la década del 30. Pero, sin dejar de mantener a su madre y a sus cinco hermanos, nunca abandonó el arte. En 1939 ganó su primer premio importante, la medalla de plata del Círculo de Bellas Artes con un busto de un sindicalista que, según recuerda, tenía «una cabeza muy escultórica».

“En las dos décadas siguientes, López alcanzó gran éxito económico y popularidad por trabajar ‘‘la escultura en caricatura», imágenes satíricas de personajes de la vida política y social que se publicaban en la revista Bohemia”, puntualizó Portal.

Hombre sensiblemente apasionado con la cultura que lo vio nacer, siempre se caracterizó por el  buen humor, y el sentido humanitario y solidario hacia sus semejantes. “Es sumamente amigable y comprensivo, siempre dispuesto a ayudar a todo el mundo», dijo Ángel Martí, quien comenzó su amistad con el escultor cuando, como estudiante de dibujo y pintura en la Academia de San Alejandro, asistía a exposiciones en el concurrido estudio habanero que López tenía en las calles de Galiano y Trocadero”; apunta el artículo de Portal en El Nuevo Herald.

Entre sus últimos trabajos se encuentran una estatua de José Martí y la maqueta de uno de los gallos creados para la Calle Ocho; así como proyectaba una estatua en bronce de 10 pies de alto de la insigne cantante cubana Celia Cruz, obra que no se ha especificado aún si pudo concluir antes de que la muerte le sorprendiera.

Sin embargo, en el propio texto de El Nuevo Herald, Gustavo Orta, organizador de uno de los últimos homenajes hechos en vida a Tony, asegura que «Lo más importante esculpido por Tony es su propia imagen. Una imagen limpia y honesta, llena de amor a todo el mundo».

Tony López dejó repartidas por el mundo cientos de esculturas, desde las ya mencionadas hasta una del Papa Juan Pablo II en Angola, y la del eminente científico cubano Carlos J. Finlay en el Jefferson Medical College de Filadelfia.

Una premisa en su vida artística fue su clara sentencia: «Me he quedado contento con muchas obras, pero con la que más contento me voy a quedar todavía no la he hecho». Así de grande fue este cubano, cuya partida lloramos hoy.


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